La gestión pública se ha complejizado drásticamente durante los últimos años, no sólo por el aumento de las áreas de trabajo que están bajo la órbita de los Gobiernos locales, sino también porque incluso las mismas tareas que se realizan desde hace mucho tiempo se han visto más exigidas.
Un claro ejemplo de ello puede ser el alumbrado público, que si bien es un servicio que siempre fue brindado con el mismo objetivo, en la realidad, puertas adentro, los gobiernos locales tienen que lidiar con prestar el servicio que se brindó en el pasado, y se les exige además realizar esta tarea atendiendo a múltiples objetivos. Por ejemplo, utilizar iluminación LED, que consume menos energía eléctrica, añadir sensores que las enciendan únicamente cuando la luz natural resulta insuficiente, para reducir el costo económico y ecológico de su uso, que sean dispuestas en función a criterios de seguridad, de tránsito y hasta estéticos, etc. Al mismo tiempo, se espera que el sistema de iluminación se integre a un tablero de control inteligente que detecte cuando una luminaria falla, de forma tal que el gobierno vaya inmediatamente a solucionar el problema, sin dejar pasar el tiempo ni necesitar de una denuncia vecinal.
En definitiva, se agregan nuevas áreas de trabajo, y las que vienen de antes se han complejizado de tal manera que exigen a los funcionarios una carga de trabajo cada vez mayor.
Asimismo, a las tareas “tradicionales” se han sumado otras, y nos referimos no sólo a las que de forma institucional se le pueden delegar a un gobierno local, sino las que también emanan de nuevas necesidades de la sociedad.
Hasta hace pocos años nadie pretendía que un Ayuntamiento brindara soluciones en temas laborales. Sin embargo, en la actualidad son cada vez más los Ayuntamientos que asumen esta nueva demanda social, dando las soluciones que tienen a su disposición, ya sea talleres, espacios de trabajo conjunto, información de mercado para emprendedores y demás alternativas.
Esta exigencia reciente de la sociedad para con los gobiernos es una realidad que con el paso del tiempo tiende a crecer. Ante esto, ¿qué pueden hacer los gobiernos locales para estar a la altura? Muchas cosas, entre ellas buscar apoyo en un asesor externo.
¿Qué es un asesor externo?
Un asesor externo, también se lo puede llamar consultor político, salvo que este último término está muy asociado al asesoramiento electoral, está orientado a mejorar la gestión. Por eso el concepto de asesor externo resulta más útil para expresar la tarea de asistir a los funcionarios en su tarea diaria de gestión. Ayudando a interpelar desde afuera las acciones de gobierno, identificando y fortaleciendo los principales puntos críticos de la gestión, al tiempo que sugiriendo planes de acción específicos para diferentes áreas de gobierno.
Beneficios
El trabajo se puede dividir en dos vertientes, por un lado identificar y recomendar alternativas de trabajo que permitan resolver problemáticas que ocupan a los funcionarios. Por otro lado, proveer de nuevas ideas e iniciativas que están por fuera de la agenda de trabajo, encontrando oportunidades ocultas, proponiendo innovaciones y nuevas opciones para las ciudades, e incluso identificando nuevas demandas sociales insatisfechas.
Nuestra forma de trabajo:
Se comienza con el envió de un formulario con preguntas que sirven para establecer un diagnóstico y estado de situación respecto de cuáles son los principales temas de gestión que ocupan a los funcionarios. A partir de esto se entrega informe y luego informes mensuales que tratarán sobre respuestas, propuestas u observaciones:
- Respuestas: a partir de las problemáticas que se plantean por parte de los funcionarios, se aportará una mirada profesional y externa, es decir por fuera de la vorágine que se vive puertas adentro del Ayuntamiento.
- Propuestas e ideas: con una actitud proactiva y en base a un diagnóstico específico de las principales dificultades y desafíos, es posible realizar una exploración particular de las últimas innovaciones en términos de políticas públicas, nuevos desarrollos y potencialidades a descubrir que puedan ser aplicables a la gestión en la ciudad. Aportando ideas y diferentes miradas sobre los temas.
- Observaciones: posibilidad de repensar dinámicas de trabajo internas y externas de la gestión local, sectores a mejorar o nuevas áreas a desarrollar en función a la experiencia nacional e internacional. Todo esto siempre dentro del ámbito del Ayuntamiento y con una actitud positiva y de recomendación que permita lograr un mayor impacto de las políticas públicas.
La interacción y comunicación puede ser vía correo electrónico, llamadas o videoconferencias. Lo que se establece es la entrega mensual de informes donde se contemplen análisis, propuestas y recomendaciones de gestión construidas conjuntamente entre los funcionarios y el consultor, nacidas de la observación de distintas situaciones u oportunidades descubiertas.
Contratación
Al tratarse de fondos públicos, vale la pena detenerse en este apartado para dar seguridad y transparencia sobre la forma de contratación y el costo económico que asume el Ayuntamiento. Las condiciones laborales normalmente se acuerdan mediante un contrato con una extensión mínima de un mes, estableciéndose como honorarios profesionales el monto equivalente al salario mínimo del país. Persiguiendo con ello el objetivo de cuidar el gasto público, pero comprometiendo al mismo tiempo el mayor profesionalismo al momento de realizar el trabajo.
El objetivo del trabajo de un consultor externo es enriquecer la gestión. Aportar otra mirada desde una perspectiva distinta de la que puede tener quien tiene la responsabilidad de ejercer un cargo público. Es contar con alguien que se dedica a estudiar y realizar análisis. Funcionando como un apoyo y asistente del gobierno capaz de acercar y recomendar las mejores prácticas para las diferentes áreas de gestión.
Desde Blanco CP, ofrecemos este servicio de asesoría externa a los Ayuntamientos. Quedando a disposición para cualquier duda o consulta que nos quieran realizar.
Lic. Francisco Blanco