La vida está en constante cambio y la salud no es la excepción.
En la actualidad cuando nos referimos a la salud pública todavía pensamos en términos de hospitales, salas de salud, grandes campañas de concientización, etc. Pero este modo de entender el funcionamiento y accionar de la salud pública corresponde a una realidad que ha cambiado. En el pasado la preeminencia de enfermedades infecciosas, escaso acceso a la información, tecnología no personalizada y demás, hacían necesario la construcción de grandes hospitales a donde concurrían personas de un amplio campo geográfico, la realización de grandes campañas de concientización a través de los medios masivos de comunicación, etc.
Pero la situación actual es distinta y se necesita que la salud pública se adecue a estos cambios. Actualmente el cambio que se ha producido en el estilo de vida, el alargamiento de la esperanza de vida, el avance de la medicina en la cura y prevención de enfermedades infecciosas, y demás ha llevado a que, el 63% de las muerte sea a causa de enfermedades crónicas no transmisibles (OMS), y se estima que para el año 2030 sea el 75% de los fallecimientos causados por enfermedades crónicas no transmisibles. Sumado al desarrollo de la tecnología personalizada y el advenimiento de la era del conocimiento, son motivos suficientes para repensar todo el sistema de salud.
Esto nos lleva a replantearnos cómo afrontar este nuevo contexto. Las enfermedades crónicas no transmisibles, requieren de un tratamiento totalmente distinto al de las enfermedades infecciosas. A diferencia de las enfermedades infecciosas a la que estábamos acostumbrados y que requerían de hospitales preparados, equipados con gran aparatología, con pacientes que necesitaban internación, tratamiento a cargo de profesionales y demás, vemos en la actualidad un aumento de enfermedades crónicas que se incrementarán aún más en el futuro. Como su nombre bien lo indica son enfermedades que duran toda la vida, por lo cual el paciente lo que necesita es un seguimiento de la evolución de la enfermedad, más que internaciones, aparatología extremadamente costosa y compleja con asistencia de profesionales. Hoy las principales causas de muerte son las enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes. Estas requieren de un seguimiento continuo de los enfermos. Al momento, para ir controlando la evolución de su enfermedad los pacientes deben trasladarse hasta el centro de salud y consultar a un profesional. Esto no solamente puede evitarse sino que debe evitarse. ¿Cuál es el sentido que tiene hacer que un enfermo tenga que ir hasta un hospital, perdiendo tiempo y dinero, ocupar el tiempo de un medico, lo que genera un costo al Estado, cuando puede hacerse ese mismo chequeo sin salir de su casa?
Entonces por qué seguir insistiendo con el viejo sistema de salud. Nos encontramos ante el avance de enfermedades crónicas que requieren de dos acciones: prevención y seguimiento. La prevención puede realizarse de forma personalizada y no masiva como estamos acostumbrados, identificando los grupos en riesgo y dirigiendo la información de forma personalizada, haciendo uso de las herramientas 2.0 y de las tecnologías de la comunicación. En cuanto al seguimiento, también debe personalizarse, brindando el acceso a los aparatos necesarios para medir la evolución de la enfermedad, más el conocimiento de cómo utilizarlo y analizar sus resultados y brindando la plataforma que permita consultas a distancia con los profesionales.
Pensemos en la principal causa de muerte que son las enfermedades cardiovasculares: cuánto tiempo pierde el enfermo yendo al hospital para controlar su presión sanguínea, su colesterol en sangre por ejemplo. Tiempo y dinero que también pierde el Estado. Cuando podría controlarse él mismo sin salir de su casa.
Si el enfermo puede medir él mismo, en su casa su presión arterial, su colesterol en sangre, sus pulsaciones, etc. ¿Cuánto dinero y tiempo se ahorra?, ¿Cuánto dinero se ahorra el Estado? Si en vez de gastar altas sumas de dinero construyendo hospitales, se destina ese dinero a equipar de aparatología personalizada a los enfermos y de capacitarlos para su uso, no sólo hace una mejor asignación de recursos sino que también mejora la calidad de vida de todos. Cuando un enfermo crónico debe asistir a un hospital, no solo el pierde tiempo sino que también lo pierden todos los que necesitan atenderse en el hospital y también los que trabajan en el mismo. Esto no quiere decir que se deban dejar de invertir en hospitales, sino que se tiene que tener en cuenta el nuevo contexto y adaptarse a él.